Las patatas son uno de los tubérculos más importantes del mundo. Se introdujeron en Europa en el siglo XVI, y entre los muchos beneficios que tienen es que ofrecen mucha energía, lo que las hace muy recomendables para las personas que realizan deporte o que llevan a cabo gran cantidad de trabajo físico de manera habitual.
Si las comemos hervidas o en puré, nos encontraremos con un alimento muy digestivo, lo que hace que sea ideal para la acidez de estómago, para las personas con problemas hepáticos o intestinales. Además, favorece la eliminación de toxinas, por lo que es ideal para luchar contra el ácido úrico y la remineración del organismo.
En contra de los que se dice, estos tubérculos no tienen por qué engordar más que otras hortalizas de tipo parecido. Es más, se ha demostrado que ayudan en el caso de espasmos, calambres o tos nerviosa. Incluso, gracias a su gran contenido en potasio, si las tomamos cocidas y sin sal, son muy aconsejables para poder eliminar líquidos, lo que hace que nos ayude a perder peso.
Eso sí, las personas con problemas de hipertensión deben tener cuidado con ellas, por su alto contenido en potasio. A nivel de uso externo, se sabe que las patatas son muy buenas para realizar cataplasmas, para aliviar quemaduras provocadas por el sol y, también, para reducir las bolsas de los ojos y las típicas ojeras. También, si somos personas con problemas de gases intestinales, su consumo podría provocar un agravamiento del mismo.