Qué es la condromalacia rotuliana: causas, síntomas y tratamiento

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La condromalacia rotuliana viene a ser el desgaste del cartílago de la rodilla. Una degeneración de esta superficie articular, que supone la cápsula posterior de la rodilla. A lo largo de este artículo, profundizaremos en su definición, sus causas, sus síntomas y su tratamiento.

Qué es la condromalacia rotuliana

La condromalacia rotuliana es un síndrome de dolor femoroparetal, que diciéndolo de una manera más simple, es una lesión degenerativa, de la zona del cartílago. En la gente más joven se produce, básicamente, por una sobrecarga o sobrepresión de la rodilla, que es una de las zonas del cuerpo más sensibles. En personas mayores, suele venir provocada por enfermedades degenerativas, como la artrosis, que provoca que haya un desgaste en el cartílago. La condromalacia rotuliana suele estar más presente en mujeres que en hombres.

Suele producir dolor en la parte trasera de la rótula, y es muy frecuente también en deportistas de fútbol, baloncesto, rugby, voleibol, tenis, remo, etc. Cualquier modalidad en la que la rodilla juegue un papel importante, también los alpinistas, o gente que lleve cargas excesivas en sus mochilas, que pueden acabar degenerando directa o indirectamente la zona.

El diagnóstico corresponde a una estructura de la rodilla que ha sido dañada.

Hay que tener en cuenta, que el cartílago articular, es un tejido formado por células, que forman una superfice blanca, dura y brillante que sirve para tapizar la zona ósea.

Tenemos el cartílago hialino, que es el que cubre las superficies articulares, que rozan entre sí cuando tenemos cualquier atisbo de movimiento.

Existe la teoría de que la causa del dolor en la rodilla suele ser el reblandecimiento del cartílago. Parece que el término condromalacia rotuliana está siendo reemplazado por síndrome patelofemoral.

Causas de la condromalacia rotuliana

Las causas de la condromalacia rotuliana son variadas, pero sobre todo, tenemos las mecánicas, asociadas a desalineaciones, también de carácter postraumáticas, debido a fracturas, contusiones, esguinces, lesiones, etc. Por otro lado, tenemos otras causas, como son el caso del sobreesfuerzo en la actividad física, postinmovilización, de la degeneración de las articulaciones, o de inflamaciones. Hay varios factores, pero la mayoría coinciden en el desgaste de las articulaciones por realizar un esfuerzo extra.

Pero tenemos otra larga lista de factores que pueden influir en las causas de la condromalacia rotuliana. Es el caso de las piernas de tamaño diferente en longitud, atrofias en la musculatura, anormalidades en la estructura de la rótula, alteraciones de la forma de andar y de correr, desvío de la columna vertebral, uso de un calzado que no es el más adecuado, pérdida de musculatura en la parte trasera del muslo…Y también, al igual que ocurre, en otras lesiones, el sobrepeso también puede jugar un papel bastante importante.

En definitiva, hay factores genéticos, pero también hay factores adquiridos, por nuestra forma de andar, de correr, por nuestro estilo de vida, o por nuestro estilo de vida, en un momento determinado.

Síntomas de la condromalacia rotuliana

Hay diferentes tipos de síntomas, que nos pueden poner en alerta, para pensar que estamos ante una condromalacia rotuliana. El primero de ellos es  un dolor en la parte anterior de la rodilla y que empieza a afectarnos cuando nos movemos por las escaleras o cuando corremos en superficies duras. Este dolor es algo progresivo y nos puede afectar cuando mantenemos las rodillas flexionadas, en cualquier movimiento que hagamos, lo que puede hacer que aumente nuestra sensación de rigidez.

Cuando extendemos la rodilla, es común empezar a notar chasquidos en la zona de la rótula con el fémur.

El cuádriceps también puede hacernos saltar las alertas, ya que la condromalacia rotuliana se manifiesta en con cierta debilidad en la zona, por lo que debemos acudir al médico cuanto antes, si esto ocurre. Y otra síntoma, puede ser que veamos como se acorta la zona de la cadena muscular posterior.

Hay varios estadios al respecto, el grado 1 significa que hay un edema y el cartílago está reblandecido, en el 2 vemos en artroscopias como si el cartílago estuviera deshilachándose, por una fibrilación en la zona. En el grado 3, hay hendiduras en capas más profundas, por la fisuración. En el 4, aparece una ulceración, agravándose esas hendiduras interiores que veíamos en el estadio 3. En el último grado, en el 5, se afecta el hueso subcondral, llegamos a la artrosis vía hipertrofia, por la profundidad de la ulceración.

Tratamiento de la condromalacia rotuliana

Hay varios tipos de tratamiento para curar la condromalacia rotuliana. Si el problema no es genético, hay que empezar por la fisioterapia. Debemos utilizar vendajes, realizar estiramientos y otro tipo de ejercicios, si bien debemos tratar la disfunción orgánica, que provoca la descompensación muscular.

No obstante, tenemos otro tipo de tratamientos, otros caminos, nos llevan a una fase aguda, en la cual deberemos realizarlo a base de antiinflamatorios de analgésicos. Se emplea la liberación miofascial, la osteopatía, la electroterapia, estiramientos suaves, corrientes TENS, magnetoterapia, etc.

Después, deberíamos centrarnos y mucho en la potenciación muscular, para proteger la zona, mejorando la flexibilidad de las articulaciones y también, la biomecánica de la rótula.

Hay que realizar una valoración global del paciente siempre, porque cada caso es un mundo, es decir, debemos conocer los hábitos posturales, deportivos, alimenticios de cada persona y determinar después de un profundo estudio, las causas de la lesión y tratarla adecuadamente.

Hay que orientar la rótula de manera adecuada, para evitar el pellizco articular. Si volvemos al caso de la fisioterapia, también puede ser complementada con vendajes, que ayuden a superar esta lesión.

De  todas formas, si el problema fuera de carácter ortopédico-genético, la cirugía sería necesaria, o más bien inevitable, pudiendo incidir sobre la tibia, para variar la inserción del tendón y cortando también un alerón rotuliano externo a cualquier otro tejido que una, y arrastre la rótula, descompensándola de este modo.

En la rehabilitación, deberíamos utilizar una movilización activa asistida en primer lugar, incluyendo bicicleta estática y trabajo en piscina, todo encaminado a fortalacer el cuádriceps y el vasto interno.

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