La diabetes es un desorden del metabolismo. La insulina es el factor más importante dentro del proceso que convierte el alimento que ingerimos en energía; durante la digestión se descomponen los alimentos para crear glucosa y ésta pasa a la sangre, donde gracias a la insulina entra en las células.
La insulina es una hormona segregada por el páncreas, en personas con diabetes, una de dos componentes de este sistema falla, o bien el páncreas no produce, o produce poca insulina, o las células del cuerpo no responden a la insulina que se produce.
De ahí que haya varios tipos de diabetes, el tipo I, dependiente de la insulina, a veces se le llama diabetes juvenil, porque normalmente comienza durante la infancia y el tipo II, que surge en adultos, el cuerpo sí produce insulina, pero, o bien, no produce suficiente, o no puede aprovechar la que produce. Suele ocurrir a partir de los cuarenta años de edad.
No existe una cura para la diabetes, así que lo que hay que hacer es controlar este desorden y mantener los niveles de glucosa en la sangre lo más cercanos posibles los normales. Un buen control ayuda a la prevención de complicaciones de la diabetes relacionadas al corazón y el sistema circulatorio, los ojos, riñones y nervios.
Las medidas básicas para este control es una dieta planificada, actividad física, toma correcta de medicamentos, y chequeos frecuentes del nivel de azúcar en la sangre.
¡Ojo! los altos niveles de glucosa en la sangre pueden dañar los vasos sanguíneos, los riñones y los nervios.
Fuente: Endocrinologist