Como en días anteriores, contnuamos repasando algunos alimentos que no siempre están presentes en nuestra dieta pero que sí deberían estarlo. Al menos, una o dos veces a la semana. Hoy nos ocupamos de la coliflor, una de las hortalizas más sanas que nos podemos encontrar.
Procede de algunos reinos del mediterráneo oriental. Se dice que por primera vez se cultivó en Italia, pero que de ahí, se extendió por todo el continente europeo. Nos encontramos con tres variedades de coliflor en el mundo: la coliflor blanca, que es el más común; la coliflor verde, que es mucho más rica en vitamina C y la coliflor morada, que es la más rica en pigmentosn con alto poder antioxidante.
Las tres variantes de esta hortaliza son muy convenientes para el organismo. Entre algunas de las propiedades que tenemos que destacar son su baja cantidad de calorías, lo que hace que sea muy recomendable para las dietas de pérdida de peso, así como la gran cantidad de agua que posee.
Por otro lado, el sistema inmunológico se ve favorecido. Incluso, está demostrado que su consumo es capaz de reducir el riesgo de enfermedades de tipo cardiovascular. Las coliflores son muy ricas en fibras y ayudan a la función de nuestros intestinos. Son especialmente recomendables para las mujeres embarazadas por su gran cantidad de fosfatos.
También es sana para los más pequeños, que suelen ser los miembros de la familia a los que menos les gusta. Un truco para cocinarla: podemos evitar el desagradable olor de su cocción poniendo algunas patatas en el agua de cocción. ¡Seguro que los niños se la comen mejor!
