La depresión y la ansiedad que muchas personas desarrollan en la etapa adulta de la vida podrían ser el resultado de una irritación del sistema digestivo durante un corto tiempo cuando eran bebés, según un estudio dirigido por el Centro Médico de la Universidad de Stanford. La investigación sugiere que la irritación gástrica durante los primeros días de la vida podría reajustar el cerebro a un estado deprimido de forma permanente.
Aunque no siempre es así. Los investigadores creen que el impacto de la irritación podría depender de si ocurre durante el desarrollo o la constitución genética de la persona afectada. Entre un 15 y un 20 por ciento de las personas padecen lo que los médicos llaman dispepsia funcional, un dolor persistente en la parte alta del abdomen. se ha descubierto que estas personas son también más propensas a la ansiedad y la depresión, y la explicación podría estar en que los intestinos y el cerebro están interrelacionados a través del nervio vago, y los cambios en los intestinos envían señales directamente al cerebro.
Los investigadores probaron su hipótesis de la siguiente manera: durante 6 días los autores sometieron a una irritación leve de estómago a ratones de 10 días de edad. Al evaluar su conducta descubrieron que eran significativamente más propensos a las conductas depresivas y de ansiedad, y poseían mayores niveles de las hormonas del estrés corticosterona y corticotrofina.
Ahora, el reto está en desarrollar nuevas vías para tratar la depresión y la ansiedad en humanos, a partir de estos descubrimientos.