Nuestro tema de hoy es la sal, ese condimento que resalta el sabor de los platos, sin el que muchos no pueden vivir y que es la bestia negra para otros. El organismo puede alterarse tanto por defecto como por exceso de sal. Las necesidades mínimas diarias de sal para un adulto es de 7,5 gramos.
¿Cuáles son las funciones de la sal? Regula el equilibrio ácido básico, mantiene la presión osmótica de los líquidos corporales, es decir, lo protege contra pérdidas excesivas de líquidos, ayuda a conservar la excitabilidad normal del músculo y colabora en la conservación celular.
Hay que tener en cuenta que la sal que añadimos a ensaladas, se suma a la que ya tomamos en la condimentación de los guisos y la que llevan los productos envasados. Además algunos alimentos como el apio, perejil, algunos cereales, la leche, o los huevos, ya tienen bastante sodio en su estado natural.
Cuando nuestro organismo tiene una cantidad insuficiente de sal, tenemos hipocloremia y es una verdadera intoxicación del éste. Sus síntomas son: agotamiento, dolores de cabeza, náuseas, diarreas, espasmos, calambres musculares de las extremidades y en el abdomen.
Pero por indispensable que sea, el exceso de sal es nocivo. Los principales trastornos que provoca la retención de sal son edemas, trastornos cutáneos, y constituye una de las principales causas de la obesidad y la hipertensión arterial.
Después de haber realizado mucho ejercicio y de haber sudado, la necesidad de agua es evidente, es bueno saber que el agua ingerida será retenida más si va acompañada de una cantidad suficiente de sal. Una taza de caldo vegetal o una sopa quitan más la sed que las bebidas bicarnonatadas.